Una razón para vivir

En esta escena de Dodeskaden, dirigida en 1970 por Akira Kurosawa, (director por cierto de El infierno del Odio, de la que también hemos hablado), un personaje desgraciado, que no encuentra sentido a su vida, se encuentra de pronto con una medicina que le curará su tristeza. Gracias a este remedio, que no es más que una frase inteligente, pasará solo en unos minutos de desear la muerte inmediata a luchar desesperado por salvar la vida. ¿Cuál será ese remedio? Pues una idea bastante simple y bastante antigua.

Dodeskaden, título que se refiere al sonido que hace el tranvía al pasar por las vías y que por lo tanto no tiene traducción, es una película extraña. Cuenta fragmentos de la vida de varios personajes que viven en un miserable barrio de infraviviendas a las afueras de Tokio. Está un muchacho que se pasa el día imaginando que conduce un tranvía, están un padre y su hijo que viven en el cadáver metálico de un viejo 2CV y que fantasean con la casa que querrían tener, están dos borrachines que intercambian a sus mujeres sin darse ni cuenta de lo perjudicados que están… Y alguna historia más, como la de un hombre sencillo y bueno que sin apenas hacer nada, con toda la tranquilidad del mundo, soluciona terribles situaciones, como la de esta escena que traigo.

Resulta paradójico que esta película fuera un fracaso absoluto en taquilla a pesar de su calidad, pues a la gente no suele gustarle ver miseria y sufrimiento en tiempos de bonanza económica, y que por ello Kurosawa se arruinara y que, sintiéndose viejo, inútil y fracasado, intentara suicidarse.

Afortunadamente no consiguió lo que se proponía y aún tuvo tiempo de hacer otras seis películas, todas ellas obras maestras. Para morir siempre hay tiempo, para vivir…

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