
Sobre Camino de la horca (Along the Great Divide, Raoul Walsh, 1951)
Esta vieja peli del oeste nos cuenta la historia de un Marshall, interpretado por Kirk Douglas, que atraviesa todo un desierto para acompañar hasta su juicio a un viejo cuatrero acusado de matar a un cowboy. De hecho lo ha rescatado cuando estaba a punto de ser linchado por el padre del hombre asesinado y sus trabajadores. Al viejo le habían pillado con ganado robado, el mismo ganado que ese día tenía que conducir el muerto, por lo que, recuerdo que estamos en el salvaje oeste, no hacían falta muchas más pruebas para colgar al viejo.
El Marshall cuenta con dos ayudantes y además tiene que llevar a la hija del viejo, de la que por supuesto se irá enamorando por el camino. Además en un enfrentamiento con el grupo que lidera el padre sediento de venganza, que les persigue, el otro hijo de este es detenido y les acompaña para ser juzgado también.
Kirk Douglas representa a un hombre absolutamente íntegro, que piensa que la ley está por encima de cualquier consideración, y por su cumplimiento está dispuesto a atravesar un desierto arriesgando su propia vida, pero además no podrá ni dormir, porque cada uno de sus acompañantes se dedica, por las buenas o por las malas, a intentar convencerle (o matarle) para que libere a los detenidos y se quite problemas de encima. Como es una película muy entretenida no voy a contar más detalles, para que la disfrute quien quiera verla.

Esta historia me ha recordado mucho al Critón, un diálogo muy breve de Platón que cuenta la conversación que tiene el personaje homónimo cuando visita a Sócrates a la prisión en la que espera la muerte y le cuenta que ha dispuesto un plan de fuga. Como sabéis, Sócrates había sido condenado por motivos injustos pero en cumplimiento de la ley de Atenas, por lo que él mismo, hombre tan íntegro como el Marshall de Camino de la horca, se niega a escapar. Kirk Douglas permanece fiel a la ley porque está por encima de todas las circunstancias y porque nos afecta a todos, a los culpables y a los inocentes, y lo mismo que a quienes no hemos hecho nada nos protege de los delincuentes, debe proteger a los delincuentes de los posibles errores o venganzas de los ciudadanos comunes. Esto mismo lo habla Sócrates con Critón en su celda. Entre otros motivos para obedecer la ley, todos ellos muy interesantes, Sócrates presenta uno. Para ello hace hablar a las mismas leyes como si fueran un personaje (esto se llama prosopopeya) y mirad lo que dicen:
¿Te sería posible, en cambio,desobedecer a la patria y las leyes, de modo que si nos proponemos matarte, porque lo consideramos justo, por tu parte intentes, en la medida de tus fuerzas, destruimos a nosotras (escapando o desobedeciendo), las leyes, y a la patria, y afirmes que al hacerlo obras justamente, tú, el que en verdad se preocupa de la virtud? ¿Acaso eres tan sabio que te pasa inadvertido que la patria merece más honor que la madre, que el padre y que todos los antepasados, que es más venerable y más santa y que es digna de la mayor estimación entre los dioses y entre los hombres de juicio? ¿Te pasa inadvertido que hay que respetarla y ceder ante la patria y halagarla, si está irritada, más aún que al padre; que hay que convencerla u obedecerla haciendo lo que ella disponga; que hay que padecer sin oponerse a ello, si ordena padecer algo; que si ordena recibir golpes, sufrir prisión, o llevarte a la guerra para ser herido o para morir, hay que hacer esto porque es lo justo, y no hay que ser débil ni retroceder ni abandonar el puesto, sino que en la guerra, en el tribunal y en todas partes hay que hacer lo que la ciudad y la patria ordene, o persuadirla de lo que es justo; y que es impío hacer violencia a la madre y al padre, pero lo es mucho más aún a la patria?
En la peli hay un pequeño diálogo en el que nuestro Marshall, más rudo y confuso que las leyes prosopopéyicas del viejo Sócrates, lo resume todo en una frase:
-¿Quién eres tú? (le dice el padre del cowboy asesinado)
-Me llamo Merck, y soy el Marshall de este territorio
-Tú eres nuevo en este territorio
-Pero la ley no.

Te dejo el Criton por si quieres leerlo