1998 Pleasantville (Gary Ross) es el escenario de una serie de televisión en blanco y negro del año 1958. Sus personajes, como es habitual en los mundos ficticios, llevan una vida llena de rutinas y costumbres que en cada capítulo se ven alteradas por pequeñas aventuras que duran una semana. Es un pueblo típico de la norteamérica feliz y consumista de los años 50, sin conflictos, pobreza, ni desigualdades.

David es el mayor fan de Pleasantville, un chaval poco popular en su instituto que, 40 años después de que se emitiera la serie, se dispone a ver un maratón para escapar un poco del ambiente incómodo de su casa, con una hermana melliza odiosamente superficial y una madre bastante amargada que planea irse fuera todo el fin de semana. Cuando va a empezar la serie llega su hermana a casa y discute con él por la tele, porque ha quedado con el guapo del instituto para ver un concierto; en la discusión el mando se rompe y mágicamente aparece un señor mayor que les entrega otro con aspecto retro. Cuando lo usan… Están en Pleasantville, dentro de la tele, dentro de la serie. En un mundo blanco y negro.

Lo que empieza siendo una típica comedia de adolescentes y hormoneo se transforma entonces en una historia de fantasía. Los dos hermanos llegan desde un mundo complejo, coloreado y demasiado grande y problemático a una realidad monocroma, donde todo es correcto y agradable pero muy limitado. No hay nada fuera de Pleasantville, no existen los errores, ni la enfermedad, ni el pasado ni el futuro… La película es el relato, divertido y bien construido, sobre la llegada del “color” y lo que este significa, a la vida de los habitantes del pueblo ficticio. Ya no diré más del argumento, para no destripar.
Me parece mucho más interesante hablar de lo que significa Pleasantville, el pueblo. Es un lugar ficticio, y se caracteriza, como ya he dicho antes, por su limitación. En él todo es correcto porque es conocido, predecible y no hay lugar para lo que nunca ha sido antes ni lo que podría suceder. Es un mundo sin desarrollo, sin progreso ni antigüedad. Nada es causa ni consecuencia del futuro o del pasado. Las vidas de sus habitantes, y por lo tanto sus mentes, prejuicios, valores e ideas, son pequeños, estrechos. Por eso todos son un poco iguales, todos sonríen sin motivo aparente, todos esperan que suceda lo mismo cada hora de cada día, y como no hay cambios a la vista son conformistas e infantiles.
En todo esto hay dos aspectos que me parecen muy interesantes para reflexionar sobre ellos
- En primer lugar, el hecho de que sea un lugar ficticio. Esta película es muy útil para que pensemos y comprendamos cómo se construyen los relatos con los que series y películas suelen entretenernos. Para que un personaje o sus actos nos interesen deben estar limitados. Si vida debe empezar y terminar para nosotros en lo que se nos cuenta, porque si no es así nos aburriremos. Piensa por ejemplo en tu serie favorita… ¿Hay algo que sepas de las vidas de sus protagonistas que no sea útil para seguir la trama? No, y eso se hace porque la ficción consiste en limitar. Como las vidas son muy complejas, quien se inventa vidas de otros tiene que saber centrarse en lo que interesa o divierte, y lo demás ocultarlo. Esto os lo cuento porque tenéis que saber que este proceso se usa para la creación de todos los relatos atractivos, no solo de los ficticios. ¿Qué te dice el presidente de un partido político cuando habla en la tele? ¿Qué te dicen tus padres cuando te explican cómo eran ellos a tu edad? ¿Qué le cuentas tú a ellos cuando has estado haciendo lo que ellos te han dicho que no hagas?… Efectivamente, lo que se hace es RECORTAR LA REALIDAD. Porque así la hacemos más creíble y atractiva. Y esa es la realidad de Pleasantville, fácil y entretenida, hasta que sus habitantes deben enfrentarse a lo que nunca se les había dicho o nunca habían visto. ¿Estás tú preparado para lo que no se te dice o muestra? ¿Estás satisfecho con lo que sabes y lo que haces cada día? ¿Crees que tu zona de confort es el mejor sitio del mundo?
- El otro aspecto sobre el que quería comentar algo es el significado que tiene el color en la película. Sin desvelar mucho (aunque espero que la hayas visto) se puede decir que el color representa las emociones, la personalidad, los sentimientos… Es un poco lo que los griegos llamaban el ethos, la vida interior que nos ayuda a realizarnos y a convivir con los demás. Quienes viven en blanco y negro y además quieren seguir así son gentes sin personalidad propia. Su vida tiene sentido cuando es la misma vida de los demás. Ser diferente es empezar a sentir que el mundo está lleno de colores, o que las canastas pueden fallarse, o que hay razones para querer a otros, aparte de hacerles o que nos hagan la cena. Pero lo interesante que podemos aprender de nuestra historia no es esto, que es muy obvio cuando vemos la peli, sino lo que ello provoca en los que se resisten a cambiar. En efecto, el miedo al cambio provoca rechazo, marginación, incluso racismo hacia los “colored” (esto en el contexto de EEUU se entiende bien, pues es término que se usaba para hablar de los negros de forma políticamente correcta en los años de la segregación) No queremos ser como los distintos a nosotros, aunque les envidiemos, aunque les veamos mejores y más felices. De nuevo, la zona de confort…

Y para terminar, vamos con la filosofía “dura” ¿No os suena de nada todo esto de ser y cambiar y dejar de ser…? Ahí están Parménides y Heráclito, fijaos: decía Parménides que solo en aquello que no puede llegar a ser otra cosa está la verdad. Es decir, remitiéndonos a la película, la verdad solo estaría en el mundo en blanco y negro… Y en el fondo tiene razón, porque la verdad absoluta solo podemos saberla sobre lo que no puede ser otra cosa, lo que no puede cambiar; pero claro, es un mundo muy gris y muy pequeño, aunque seguro.
Heráclito sin embargo dice que la realidad está en constante cambio, que la única verdad es que nuestra zona de confort, lo que sabemos con seguridad, no es la realidad. El mundo realmente es TODO LO QUE TENEMOS QUE ASUMIR QUE NO CONOCEMOS Y NO VIVIREMOS. Así que la realidad es más complicada e insegura que la que le gustaba a Parménides, pero más rica y vital. Por eso la comparaba con un río, en el que nos refrescamos los pies cansados en unas aguas que no se sabe de dónde han salido ni si llegarán al mar.
Creo que por hoy ya está bien, Se me está pasando por la cabeza hablar de la alienación y otros conceptos… Pero lo dejaremos.
Y para terminar, alguna preguntilla para quienes ya han visto la peli:
- ¿Por qué nos gusta refugiarnos en estos pequeños mundos de ficción para divertirnos y nos aburre nuestra vida, que puede ser más rica y variada?
- Y siguiendo con esta idea… ¿por qué nos cuesta tanto abandonar la zona de confort y probar cosas nuevas?
- ¿Qué es más necesario, las bibliotecas o los “lagos del amor”?
- ¿Al final habrías hecho lo mismo que Jennifer (la hermana) o habrías tomado la opción de David?
- ¿Crees que si tú entraras en un mundo de ficción como le ha ocurrido a David y Jennifer sabrías enriquecerlo? O dicho de otra forma… ¿Sabrías dar sabor y color a las vidas grises que te rodean?
- Y por último, algo que me ha rondado por la cabeza durante toda la película: ¿no es realmente la peli que acabamos de ver otro Pleasantville azucarado? ¿Qué le falta al mundo “real” de la película para ser real? ¿Es que esto no es la típica «americanada» blandengue con final feliz…?
